Definición.
La espondilitis anquilosante (EA) es una enfermedad reumática crónica que produce inflamación en las articulaciones sacro-ilíacas y en la columna.
El término espondilitis anquilosante (ankylosing spondylitis – término en inglés) proviene de las raíces griegas, “ankylos” y “spondylos”, que hacen referencia fusión/adhesión y a disco vertebral, respectivamente.
Frecuencia.
La prevalencia de la EA varía en función de la raza, factores genéticos y algunos factores ambientales. Así, de los resultados obtenidos de diversos estudios, se estima que la prevalencia en Europa se sitúa entre el 0,10 al 0,26%, en US del 0,20% y en España del 0,26%.
La incidencia, por otra parte, parece mantenerse estable en torno a un 8,5 por 100,000 individuos (mayores de 16 años).
Causas.
Se desconoce cual es la causa exacta de la EA; sin embargo, a día de hoy se conoce el papel importante (no el único) que contribuye la genética (HLA-B27) en el desarrollo de la misma.
La asociación entre la EA y la positividad del HLA-B27 es una de las más fuertes descritas entre enfermedad y componente genético; sin embargo, esta sólo representa un tercio del riesgo para el desarrollo de la enfermedad.
En estudios realizados en población general, se ha identificado que sólo el 1-2% de individuos positivos para el HLA-B27 tienen la enfermedad sin haber presentado antecedentes familiares. En cambio, este riesgo se incrementaba hasta el 30%, en aquello individuos que tenían antecedentes familiares de EA.
Clínica.
Los primeros síntomas de esta enfermedad suelen aparecer en individuos menores de 45 años, con mayor frecuencia en varones, aunque no es exclusiva de los mismos. Es característico el dolor lumbar de características inflamatorias, es decir un dolor de reposo o inactividad, manifestándose como un dolor nocturno o con dolor y/o rigidez matutina en la región lumbar. La EA puede también afectar al resto de la columna, siguiendo en frecuencia la región cervical y dorsal. Suele aparecer un dolor glúteo alternante tras la inactividad, el tiempo de la misma es variable, dependiendo de cuan activa esté la enfermedad.
Aunque por definición, esta enfermedad compromete la columna lumbar y las articulaciones sacro-ilíacas, la EA puede también producir manifestaciones extra-axiales; es decir, con compromiso de articulaciones en las extremidades inferiores y superiores, produciendo artritis, tendinitis, dactilitis (dedos en forma de salchicha).
Por si lo anterior, no fuera suficiente, la EA puede manifestarse produciendo síntomas a otros niveles diferentes de los axiales (columna) y periférico (articulaciones de extremidades); sino más bien, produciendo afectación ocular (uveitis), cutánea (posible asociación con la psoriasis), digestiva (asociación con las enfermedades inflamatorias intestinales, dentro de ellas el crohn y la colitis ulcerosa).
Diagnóstico.
El diagnóstico de la EA es clínico-radiológico; es decir, en base a los datos obtenidos en la historia clínica, teniendo en cuenta antecedentes familiares y personales, los signos y/o síntomas referidos por el paciente, y con el apoyo de las pruebas complementarias.
En relación a la parte clínica, es relevante obtener información sobre los antecedentes personales y familiares de hasta segundo grado en busca de psoriasis, enfermedad de crohn, colitis ulcerosa, uveitis, espondilitis anquilosante, espondiloartritis axiales o periféricas, obtener una correcta información en relación al inicio de los primeros síntomas, la duración de los síntomas, la confirmación de que se trata de un dolor lumbar inflamatorio, y la presencia de alguna otra manifestación en relación a la enfermedad.
Dentro de las pruebas complementarias, la más relevante es la radiografía simple de las articulaciones sacro-ilíacas, las cuales en caso de cumplir con unos criterios radiológicos específicos, permiten establecer el diagnóstico de la enfermedad. Por otra parte, también es necesario realizar una radiografía de la columna lumbar (amén de otras articulaciones en caso necesarias), y analíticas con parámetros inflamatorios y un test genético, las cuales nos permitirán disponer de mayor información para valorar la actividad inflamatoria de la enfermedad, y el fenotipo de la misma de cara a potenciales afectaciones
Tratamiento.
La actividad física regular, lo cual implica ejercicio aeróbico y ejercicios que permitan el fortalecimiento de la musculatura lumbar, y favorezcan el mantenimiento de la movilidad espinal son importantes.
El tratamiento farmacológico varía en función de la manifestación que presente el paciente; es decir, si estamos frente a un paciente con manifestación axial exclusivamente (columna y sacroiliacas), el tratamiento con anti-inflamatorios no esteroides (AINEs) es la piedra angular del tratamiento; sin embargo, la elección del mismo estará supeditado a las comorbilidades y perfil del paciente.
El tratamiento es diferente, en caso de que se trate de una manifestación extra-axial (compromiso articular y alrededor de las articulaciones) donde son necesarios los fármacos modificadores de la evolución de la enfermedad (FAMEs), los AINEs, los corticoides (tanto orales como las infiltraciones articulares o peri-articulares), o asociaciones de los anteriores.
De igual modo, en caso de que se presentara alguna manifestación ocular, cutánea y/o digestiva, el tratamiento de los mismos varía, y se realiza en estrecha colaboración con los servicios de oftalmología, dermatología y digestivo, respectivamente.
Actualmente, disponemos de un amplio arsenal terapéutico de segunda línea en caso de que los tratamientos convencionales no sean eficaces, o en aquellos casos en que los mismos estén contraindicados o se presenten alergias o intolerancias a los mismos. En todos los casos es el especialista que en conocimiento de todos los aspectos globales del paciente, decidirá cuál es el mejor tratamiento para cada paciente en concreto.
*** La información proporcionada tiene el único fin de aportar educación a la población general. Para cualquier consulta personal/individual en relación al diagnóstico y /o tratamiento de enfermedades, sírvase solicitar una cita con un médico especialista cualificado.
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