Definición.
La gota es una enfermedad producida por el acúmulo/depósito de cristales de urato monosódico (UMS) en las regiones articulares, peri-articulares y subcutáneas.
Una condición necesaria (aunque no la única) para el desarrollo de la gota es la hiperuricemia. La cual se define como una concentración plasmática (en sangre/suero) de ácido úrico superior a 6,8 mg/dL o por consenso 7 mg/dL1.
Frecuencia.
La gota afecta al 1-2% de la población en países occidentales y es la causa más frecuente de artritis. La aparición de nuevos casos (incidencia) es de aproximadamente un 1-2 por cada 1000 individuos. La frecuencia de la gota está íntimamente relacionada con la frecuencia de la hiperuricemia. Así pues, la prevalencia de la hiperuricemia en la población general es de un 10%; y de éstos hasta un 10% desarrollarán gota.
Causas.
Debido a que la gota se produce por el depósito de cristales de UMS en las articulaciones, la formación de estos cristales requiere de niveles elevados de ácido úrico en sangre (hiperuricemia). Dentro de las causas más frecuentes de hiperuricemia tenemos: la disminución de la eliminación renal de ácido úrico (90-95% de los casos) y el aumento en la producción del mismo (5-10% de los casos).
Dentro de las causas de gota secundaria, tenemos a aquellas relacionadas con: a) aumento en la producción del ácido úrico: dieta rica en purinas, psoriasis, enfermedad de paget, algunas enfermedades hematológicas y oncológicas, aumento del catabolismo del ATP (etanol, ejercicio intenso, isquemia de tejidos), defectos genéticos en la vía de las purinas, déficit de glucosa 6 fosfato deshidrogenasa). b) disminución de la excreción renal de ácido úrico: enfermedad renal crónica, hiperparatiroidismo, hipotiroidismo, deshidratación, algunas fármacos (diuréticos de asa, salicilatos, pirazinamida, ciclosporina), poliquistosis renal.
Síntomas.
Niveles elevados mantenidos de ácido úrico en sangre pueden favorecer los depósitos de cristales de UMS en las articulaciones y alrededor de las mismas; así mismo, estos cristales pueden atraer a los glóbulos blancos ocasionando ataques agudos de gota (dolor e inflamación). Por otra parte, estos cristales de UMS pueden también depositarse a nivel renal produciendo cálculos renales.
En los episodios agudos de gota, el inicio de los síntomas es brusco y se caracteriza por aumento de volumen, dolor con el roce y la movilidad, enrojecimiento y/o aumento de temperatura local del o de las articulaciones afectas. Estos síntomas se instauran en pocas horas y pueden durar una semana aproximadamente, para luego remitir/desaparecer.
Aunque habitualmente afecta a una sola articulación, la gota puede afectar a más de una articulación a la vez. Las articulaciones más frecuentemente afectadas son el dedo gordo del pie, el empeine, el tobillo y la rodilla, aunque la gota puede afectar cualquier articulación. Por otra parte, los tofos son signos característicos de la gota y se observan como nódulos blanquecinos peri-articulares.
Diagnóstico.
El diagnóstico de gota se realiza mediante la detección de cristales de UMS (visualización por medio de microscopio) en el líquido sinovial extraído de alguna articulación inflamada.
Los niveles elevados de ácido úrico en sangre “no” son suficientes para establecer el diagnóstico de gota; aunque la presencia de episodios repetidos de inflamación en alguna de las articulaciones frecuentemente afectadas por la misma y la presencia de hiperuricemia hacen de la gota un diagnóstico muy probable en estas circunstancias. Tener en cuenta que existen otros tipos de artritis que puedan ocasionar síntomas parecidos al de la gota; por tal motivo, una valoración médica especializada es útil para dirigir los estudios necesarios para el correcto diagnóstico y tratamiento de cada patología.
Las pruebas de imagen son de ayuda para el diagnóstico, así por ejemplo existen algunas características propias de la gota que son identificables en la ecografía. Por otra parte, las radiografías son habitualmente normales en etapas iniciales de la enfermedad, y también pueden mostrar daño articular establecido en aquellos casos de larga evolución.
Tratamiento.
Lo primero es un diagnóstico correcto evitando así el uso de medicamentos innecesarios y con escasa evidencia en el tratamiento de esta enfermedad. Dado que el tratamiento de la gota puede ser difícil debido a la presencia de otras enfermedades y al uso de otros medicamentos, los reumatólogos (especialistas familiarizados con las artritis) son los médicos facultados para la mejor orientación terapéutica de esta enfermedad.
El tratamiento de la gota está dividido en dos fases:
La primera está orientada en tratar y prevenir un nuevo ataque agudo de gota. En esta fase el tratamiento está destinado a disminuir la inflamación y al control sintomático del dolor. En este caso, su reumatólogo decidirá el tratamiento más apropiado para el paciente de acuerdo a los datos obtenidos en la historia clínica y teniendo en cuenta la intensidad del presente ataque agudo de gota.
La segunda está orientada en disminuir los niveles de ácido úrico en sangre para evitar su posterior depósito en las articulaciones. Se recomienda mantener un peso adecuado, actividad física regular, una dieta equilibrada, evitando las dietas ricas en proteínas animales, azúcares refinados y la ingesta de alcohol. Los tratamientos farmacológicos ayudan a reducir de manera eficaz los niveles de ácido úrico en la sangre permitiendo así la disolución de los cristales de UMS de las articulaciones. No se recomienda el inicio de estos medicamentos en la crisis aguda de gota, sino más bien cuando la misma haya remitido, para evitar así la recidiva de un nuevo brote de artritis.
*** La información proporcionada tiene el único fin de aportar educación a la población general. Para cualquier consulta personal/individual en relación al diagnóstico y /o tratamiento de enfermedades, sírvase solicitar una cita con un médico especialista cualificado.
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