Diez maneras de aliviar la Artritis Reumatoide

Si has llegado hasta este punto es porque tienes interés en descubrir de qué maneras se pueden aliviar los síntomas ocasionados por la artritis reumatoide (enfermedad inflamatoria). Sin embargo, si lo que buscas es una forma de curar la enfermedad, ya te digo que este no es el lugar correcto. Aquí no hacemos promesas ni vendemos nada, sólo compartimos información basada en la experiencia clínica de ver pacientes todos los días.

Una pregunta frecuente es ¿de qué formas podemos ayudar a aliviar los síntomas de la artritis reumatoide?, y para ello me permito compartir lo que les explico a mis pacientes con un argumento razonado para cada una de ellas.

Mantenerte en forma, realizando ejercicio de forma regular.

El mejor momento para empezar una actividad física es cuando se está libre de un brote inflamatorio de la enfermedad, puesto que no habrá limitación física para el desarrollo de la misma. El efecto es acumulativo, es decir si nos movemos ayudamos a activar el metabolismo con lo cual perdemos peso (grasa corporal), fortalecemos (tonificamos) la masa muscular que a fin de cuentas es la que protege las articulaciones. Si hay menos peso habrá menor carga sobre las articulaciones (como las caderas, rodillas, tobillos y pies). Así mismo, el hecho de realizar algún deporte libera endorfinas (hormonas de la felicidad) que ayudan a mantener un buen ánimo lo cual facilitará ver mejor el proceso de la enfermedad.

Caso contrario, si no realizamos ninguna actividad física que permita quemar las calorías que consumimos con los alimentos estaremos acumulando calorías como el oso que se prepara para hibernar. Dependiendo de la calidad de la dieta,  si es una dieta rica en carbohidratos ello generará un aumento de peso por falta de actividad necesaria para quemar las calorías consumidas, con lo cual más peso que deberán soportar las articulaciones, más dolor, mayor limitación para el desarrollo de la actividad física, menor tono muscular; y al estar en un entorno cerrado (de casa a trabajo y viceversa)  sin relajar la mente ni disipar las energías, entramos en un bucle negativo que favorece más el dolor.

Una dieta saludable ayuda a mantener el cuerpo libre de toxinas; y ayuda a evitar el sobrepeso con la consecuente sobrecarga de las articulaciones.

Esto va muy relacionado con lo anterior, una dieta saludable es la que se basa en poder comer de todo pero sin ningún exceso. Lo que nos podamos permitir de carbohidratos dependerá del peso con el que partimos, si tenemos sobrepeso u obesidad parece más razonable evitar los carbohidratos. Una buena dieta sería la que se basa en consumo de frutas, verduras, proteínas (pescado, pavo, pechuga de pollo, carne roja) y una buena hidratación. El comer sano no tiene precio porque creo que todos sabemos bien en el fondo que es saludable y que no lo es, pero como comer bien no cuesta dinero a veces lo dejamos para más adelante o para empezar la dieta el lunes. Por otro lado, si contratamos un dietista / nutricionista, allí es cuando hay más posibilidades de seguir la dieta porque nos está costando dinero y claro nadie quiere perder dinero. Son indiscutibles los beneficios de las frutas y verduras en cuanto a las vitaminas, minerales y anti-oxidantes que nos aportan. Aquí lo único que hace falta es tener fuerza de voluntad y ser constantes. Si la dieta se mantiene y si la acompañamos de alguna actividad física, ello ayudará a perder o bien mantener una buena relación peso/talla evitando así la sobrecarga innecesaria sobre las articulaciones.

Evitar los hábitos tóxicos.

Cuando llegamos a este punto siempre explico de que a la hora de recomendar evitar los hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol no lo hacemos por puro vicio sino mas bien basados en hechos objetivos. En diversos estudios se ha puesto en evidencia que el tabaco es un factor de mal pronóstico para la evolución de la artritis; y ello va relacionado con el hecho de una relación entre los niveles de anticuerpos de la artritis, niveles más elevados en los fumadores en comparación a los no fumadores. Con lo cual sí con una medida tan sencilla como el dejar de fumar o al menos reducir de forma progresiva el consumo del mismo pudiéramos ayudar a mejorar la enfermedad, ¿por qué no hacerlo? Por otra parte, el consumo de alcohol no es una buena mezcla (para asociar) con los medicamentos que usamos para el tratamiento de las artritis, puesto que éstos medicamentos se metabolizan por el hígado; y lo que no deseamos es que se produzca una alteración en la función del hígado a consecuencia de la mezcla de alcohol y medicación que nos dificulte poder ajustar / optimizar la dosis del medicamento de acuerdo al nivel de actividad de la enfermedad.

A veces una pausa es buena y necesaria para recuperar energías y seguir adelante.

Las enfermedades inflamatorias reumáticas tienen algo en común; y es la presencia fatiga o cansancio en algún momento de la evolución de la enfermedad. Esta fatiga se puede ver más evidente cuando haya una fase inflamatoria de la enfermedad y estaría justificada por la producción de unas sustancias inflamatorias (algunas citoquinas) que son las responsables de muchos de los síntomas de la enfermedad. En aquellos casos puede ser necesario el reposo, pequeñas siestas o descansos entre las actividades de la vida diaria que nos permitan recuperar algo de energías y poder retomar el control de nuestras vidas.

Reposo de las articulaciones cuando estén inflamadas.

 

Cuando me preguntan si es bueno moverse o empezar alguna actividad física durante la fase inflamatoria de la enfermedad siempre les digo que esa es la idea y la actitud a seguir, pero que quizá ese no sea el momento más oportuno y adecuado. En ese momento creo que lo mejor es conseguir un alivio sintomático del dolor y rigidez articular, optimizar el tratamiento intentando conseguir la remisión de la enfermedad (que la enfermedad esté inactiva o dormida) o en su defecto intentar conseguir un nivel bajo de actividad inflamatoria. Una vez conseguido cualquiera de los anteriores sería un mejor momento para iniciar la actividad de forma progresiva. Por tanto, en las fases de artritis es mejor reposar (descansar), evitando la sobrecarga innecesaria o la realización de movimientos o adopción de posturas innecesarias que puedan empeorar el dolor.

Un ejemplo que suelo dar es cuando Rafa Nadal se lesiona el codo jugando ¿qué es lo que hace?. Pues evidentemente, descansar durante un tiempo para poderse recuperar y una vez recuperado reiniciar la actividad de forma progresiva según tolerancia.

Aquí pasa lo mismo, cuando estamos inflamados es mejor parar y descansar, luego se podrá iniciar la actividad física; por ejemplo, empezando a caminar durante 20 minutos las primeras 2 semanas, luego caminar 30 minutos por otras 2 semanas, luego caminar 45 minutos por otras 2 semanas, luego 1 hora por otras 2 semanas y así sucesivamente. La idea es no tener prisas y hacerlo progresivamente para evitar lesiones que nos obliguen a tener que volver a parar.

Aplicación de frío local cuando haya inflamación en las articulaciones.

Otra duda bastante frecuente es si aplicar frío o calor a las articulaciones durante un brote inflamatorio de la artritis. Aquí yo siempre les pongo el ejemplo de que lo adecuado es poner el antídoto, ósea que, si sentimos que una articulación está caliente, aumentada de volumen (tumefacta) y con limitación para la movilidad, es mejor aplicar frío para ayudar a disminuir la inflamación. Puesto que, si le aplicamos calor a una articulación ya de por sí inflamada, favorecemos la vasodilatación (aumento de volumen de los vasos sanguíneos) con mayor aporte de sustancias inflamatorias al lugar de inflamación, con un empeoramiento. En cambio, la aplicación de frío local produciría una vasoconstricción (disminución de volumen de los vasos sanguíneos) con un menor aporte de sustancias inflamatorias al lugar de inflamación.

Cuando un niño se cae y se golpea la cabeza, todos tenemos en mente ir al congelador y aplicar hielo (o una bolsa de gel frío, la bolsa de los guisantes o hasta un pedazo de filete de carne) para intentar reducir el volumen del lugar del traumatismo, pues aquí aplica el mismo principio. Otro ejemplo, es cuando vemos que un deportista (futbolista o tenista) tiene un accidente durante el desarrollo de la actividad deportiva, y vemos que el equipo médico acude para atenderle, vemos cómo le aplican un spray frío sobre la lesión.

Ahora bien, si aplicamos calor sobre las articulaciones cuando las mismas no está inflamadas tampoco es que vaya a pasar nada malo, se puede realizar si es que el paciente nota algún beneficio con las mismas.

Puede ser necesario el uso de anti-inflamatorios o un ciclo de corticoides orales cuando haya un brote inflamatorio de artritis, siempre de acuerdo con la recomendación de su médico tratante.

Si a pesar de todas las medidas preventivas (no medicamentosas) que están de nuestras manos, se mantuviera el brote inflamatorio de la artritis, a veces puede ser necesario el uso de medicamentos como los anti-inflamatorios no esteroides (conocidos como AINES), o en ocasiones el uso de un ciclo de corticoides orales como terapia puente hasta que el tratamiento principal de base empiece a hacer su efecto. Cual de ellos usar dependerá de las características de cada paciente (comorbilidades o enfermedades acompañantes), de las intolerancias y/o alergias que presenten; y del nivel de inflamación con que se manifieste la artritis.

En ocasiones se puede precisar de algunas herramientas especiales o el uso de materiales ortopédicos para facilitar el desarrollo de ciertas actividades.

Para aquellos pacientes con una enfermedad más evolucionada, en los que se hayan producido alteraciones en la forma de las articulaciones con la consecuente limitación para determinadas actividades de la vida diaria, en estos casos podría ser de utilidad el uso de algunas herramientas que nos ayuden a hacer de estas tareas más sencillas, por ejemplo, el uso de herramientas para abrir las botellas, abrir un bote de leche, abrir una lata de conservas, y un largo etc). O pueda ser necesario el uso de muñequeras, coderas, rodilleras, uso de bastón, muletas, silla de ruedas, andadora ortopédica o caminadora con ruedas, que ayuden en el desarrollo de alguna actividad o que ayuden en la movilidad de la persona. Muchas veces la vergüenza es un impedimento para el uso de las mismas por la sensación de incapacidad a la que se los relaciona.

La planificación puede ser necesaria para poder desarrollar una actividad “en mayor tiempo del habitual” cuando estemos en una fase de inflamación.

Es evidente que en fases de inflamación de la enfermedad podamos tener mayor limitación para el normal desarrollo de algunas actividades como levantarnos de la cama, ducharnos, vestirnos, subir al coche, caminar, etc, etc. En estos casos es mejor tomarse las cosas con calma, ser previsores y organizados, es mejor planificar las actividades a desarrollar en el día, cosa que nos permita disponer de un tiempo adecuado para poderlas terminar y no ir con prisas. La inflamación y la prisa es una mala combinación que sólo puede traernos disgustos, no deseamos tener un accidente y sufrir un traumatismo que empeore aún el dolor incrementando las limitaciones funcionales que ya de por sí podamos tener en esos momentos.

Mantener una actitud positiva.

Por último, la actitud con la que nos enfrentemos a los diversos problemas marcará de forma muy relevante la percepción del dolor asociado a la enfermedad. Si la persona estuviera con ánimo bajo con pensamientos negativos rondando por la cabeza, es evidente que tendrá un peor percepción del proceso de la enfermedad y de la intensidad del dolor asociada a la misma.

Por otra parte, si del cielo te caen limones y aprendes a hacer una buena limonada con ellos, diferente será el cantar. Si nos tomamos las cosas con una actitud positiva, mejor será la aceptación de las fases por las que pueda pasar la enfermedad y menor será la percepción del dolor relacionado a la misma. Por tanto, es mejor ser positivo. Si no tenemos ese sentimiento en este momento, no pasa nada, podemos adquirirlo en base al principio de la “autosugestión” mediante la repetición continua de un pensamiento mezclado con una emoción (fé y esperanza): “me encuentro bien”, “me encuentro bien”, “me encuentro bien” …  de forma repetida y con el tiempo la mente interiorizará dicho pensamiento como propio (la mente se creerá aquello que repite como una verdad absoluta) cambiando la química cerebral haciendo factible dicho cambio. El cambio depende de tí.

NOTA: El autor de esta nota declara no tener conflictos de intereses al redactar y/o comentar este artículo.

*** La información proporcionada tiene el único fin de aportar educación a la población general. Para cualquier consulta personal en relación al diagnóstico y/o tratamiento de enfermedades, sírvase solicitar una cita con un médico especialista cualificado.

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febrero 6, 2022

José Luis Rosales Alexander

El Dr. José Luis Rosales Alexander realizó su especialización en Reumatología (vía MIR) en el Hospital Universitario San Cecilio de Granada, completó su formación profesional con el Doctorado en Medicina (mención Cum Laude) por la Universidad de Granada, el Máster en Enfermedades Autoinmunes-Sistémicas (Universidad de Huelva) y Experto Universitario en Ecografía Músculo-esquelética (Universidad de la Rioja y Universidad Francisco de Vitoria). Docente en el Máster SER en Enfermedades Reumáticas mediadas por el Sistema Inmune (Universidad Rey Juan Carlos).

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