ARTRITIS PSORIÁSICA

Definición.

La artritis psoriásica (APs) es una enfermedad inflamatoria crónica, que afecta principalmente las articulaciones, y que se presenta en aproximadamente el 10% de pacientes con psoriasis.

Epidemiología.

La prevalencia de la APs en la población general se encuentra en torno al 1-2 por cada 1000 habitantes. Por otra parte, la incidencia es de 7 por 100,000 habitantes al año. La APs es más frecuente en varones, aunque no exclusiva de los mismos.

Causas.

Las causas de la APs son multifactoriales, en la que intervienen una serie de factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Dentro de los primeros, se han determinado una serie de polimorfismos de un solo nucléotido (SNP) a lo largo del genoma, y mediante la integración de estas alteraciones se pueden explicar las alteraciones en la función de barrera de la piel, así como, las respuestas del sistema inmune innato y adaptativo en el inicio – perpetuidad de la inflamación en esta enfermedad. Dentro de los segundos, actualmente hay evidencia de que las respuestas inmunes Th1 y Th17 pueden participar en el inicio y la perpetuidad de la APs. Por último, tenemos varios factores ambientales relacionados con el desarrollo y perpetuidad de la psoriasis y la APs, dentro de ellos destacan los traumatismos, la obesidad y el tabaquismo, aunque también se han descrito algunas infecciones tales como las infecciones faringo-amigdalinas estreptocócicas (en la psoriasis en gotas) y la infección por el VIH (en las exacerbaciones graves de psoriasis y APs).

Síntomas.

La APs puede presentarse de diversas formas, con artritis en las articulaciones de las extremidades, con compromiso a nivel de columna lumbar, con afectación de tendones, afectación de ósea y otras manifestaciones ajenas a la columna y articulaciones.

La artritis se caracteriza por la presencia de un dolor de reposo de predominio nocturno con rigidez matutina articular, tiene un inicio lento y progresivo, aunque también puede debutar de forma súbita y con deterioro del estado general y fiebre, siendo necesario descartar otro tipo de artritis. La artritis se presenta principalmente de dos formas: El primero, como un patrón oligoarticular (compromiso menos de 4 articulaciones) asimétrico de predominio en miembros inferiores. Y el segundo, como un patrón poliarticular simétrico/asimétrica (más de 4 articular afectas) que en ocasiones puede recordar a la artritis reumatoide.

La APs, puede también afectar las articulaciones sacro-ilíacas y la columna lumbar (40-50% de los casos).  Se caracteriza por un dolor lumbar producido tras el reposo, inactividad, principalmente nocturno y matutino, con rigidez lumbar y dolor glúteo alternante, que mejora con la movilidad, actividad física y el uso de anti-inflamatorios no esteroideos. Es clínicamente indistinguible a los síntomas que hemos comentado en la espondilitis anquilosante; por tal motivo, se requiere de una valoración especializada para su correcta tipificación.

En esta enfermedad, se pueden ver comprometidos los lugares de unión de los tendones, cápsula y ligamentos en los huesos, a lo que conocemos como entesitis, la cual aparece hasta en un 30-50% de los casos. Los lugares que con mayor frecuencia se ven comprometidos, son las rodillas, los tendones aquíleos y el anillo pélvico.

La afectación ósea la vemos cuando se ven comprometidas las articulaciones esterno-claviculares y el esternón, lo cual aparece dentro del síndrome SAPHO (siglas de sinovitis, acné, pustulosis palmo-plantar, hisperostosis y osteítis).

En las APs pueden aparecer manifestaciones oculares (tales como las uveítis anteriores), y  manifestaciones intestinales (posible relación con enfermedades inflamatorias intestinales como el crohn y la colitis ulcerosa).

Por último, la APs se asocia con mayor frecuencia a diabetes mellitus, hipertensión arterial, niveles elevados de ácido úrico y síndrome metabólico. Por todo lo anterior, una valoración especializada puede aportar información clave para el diagnóstico e inicio de un tratamiento precoz que permita controlar la enfermedad; y así mismo, detectar otras comorbilidades asociadas y dar las recomendaciones necesarias para el abordaje de las mismas.

Diagnóstico.

El diagnóstico de la APs es principalmente clínico, aunque en algunos casos se requiere del apoyo de algunas pruebas complementarias.

Por ejemplo, en el caso de un paciente con psoriasis en el momento de la visita médica y en el que se objetive artritis, el diagnóstico será más sencillo. Por otra parte, en la mayoría de los casos los pacientes acuden con síntomas, y hallazgos radiológicos sugerentes de APs; sin embargo, al momento de su valoración no presentan psoriasis ni han presentado antecedentes personales de la misma, en tal caso, es preciso ampliar la historia clínica, realizar un examen físico completo en busca de otros hallazgos sugerentes y la realización de algunas pruebas analíticas-radiológicas, que permitan tener mayor información para poder clasificar mejor a este paciente.

Tratamiento.

El objetivo del tratamiento en la APs es, como en el resto de las enfermedades reumáticas inflamatorias, conseguir la remisión de la enfermedad o en su defecto conseguir una mínima actividad de la misma. Lo anterior lleva consigo, ofrecer al paciente un buen control de sus síntomas, mantener la capacidad funcional de las articulaciones y columna, preservar la calidad de vida e intentar reducir el daño estructural.

El tipo de manifestación clínica de la enfermedad o la presencia de combinaciones varias de los mismos determinarán la elección de un tratamiento sobre otro, dentro de este amplio arsenal disponemos de los anti-inflamatorios no esteroideos, los corticoides orales o infiltraciones articulares/peri-articulares con corticoides, los fármacos modificadores de la evolución de la enfermedad (FAMEs), o tratamientos de segunda línea como la terapia biológica o las pequeñas moléculas. Todo lo anterior, en asociación con hábitos de vida saludable en cuanto a dieta y alimentación. El reumatólogo en coordinación en caso necesaria con otros especialistas (dermatología, oftalmología, digestivo) decidirá cuál es el tratamiento más conveniente para cada paciente en concreto.

*** La información proporcionada tiene el único fin de aportar educación a la población general. Para cualquier consulta personal/individual en relación al diagnóstico y /o tratamiento de enfermedades, sírvase solicitar una cita con un médico especialista cualificado.

Imagen: 

Leyenda: Imagen de Artritis Psoriásica con afectación de articulaciones IFDs y lesiones ungueales.

Crédito: Banco de imágenes de la Sociedad Española de Reumatología (SER) – Dres. Juan R. Corts y Juan A. Castellano – Hospital Clínico Universitario Valencia.

Si te ha gustado comparte

diciembre 18, 2019

José Luis Rosales Alexander

El Dr. José Luis Rosales Alexander realizó su especialización en Reumatología (vía MIR) en el Hospital Universitario San Cecilio de Granada, completó su formación profesional con el Doctorado en Medicina (mención Cum Laude) por la Universidad de Granada, el Máster en Enfermedades Autoinmunes-Sistémicas (Universidad de Huelva) y Experto Universitario en Ecografía Músculo-esquelética (Universidad de la Rioja y Universidad Francisco de Vitoria). Docente en el Máster SER en Enfermedades Reumáticas mediadas por el Sistema Inmune (Universidad Rey Juan Carlos).

Quizás también te interese leer…

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *